La suerte no es de quien la busca sino de quien la encuentra, expresión de la sabiduría popular que pudiera tener su versión respecto al contagio con la COVID-19, enfermedad infecciosa provocada por el Virus SARS-CoV-2.
Aunque no he conocido de nadie que diga que se sienta interesado o interesada por experimentar los síntomas que provoca la peligrosa pandemia, sus comportamientos dejan mucho por desear, a diario nos encontramos con personas que hacen caso omiso de los protocolos de seguridad.
También conozco casos de quienes esquivaron las aglomeraciones, mantuvieron estricto control en lo que respecta el lavado de las manos y el uso del nasobuco y de la noche a la mañana comenzaron a tener fiebre, tos, cansancio y perdida del gusto y del olfato.
Y no quiero decir con esto que las medidas de precaución no son válidas, al contrario, en todos los casos se hace necesario incrementarlas y mucho más en estos momentos en que según el criterio de los especialistas se encuentra creada una meseta debido al esparcimiento del contagio.
Una alta responsabilidad tienen asignada los trabajadores de la salud a instancia de los consultorios del médico y la enfermera de la familia en lo que respecta al control de los casos positivos y sospechosos aislados en sus hogares.
Esto genera variadas opiniones, para algunos las visitas periódicas y las vías de comunicación en el entorno comunitario merecen su más sentido agradecimiento, mientras otros afirman que durante el tiempo que permanecieron en estado deprimido a las puertas de sus viviendas no llegó nadie.
Decididamente en el caso de la Covid-19 no hay que salir a buscarla y resulta una alta responsabilidad más que suerte para cualquiera de nosotros evitar por todos los medios encontrarnos con este enemigo aparentemente invisible.