Miguel Matamoros y su trio con Ciro y Cueto resaltó los encantos de la agricultura mediante canciones tan recordadas como “las frutas del Caney”. Ahora un descendiente del músico lo hace desde un patio familiar de Majagua.
Carlos Matamoros Figueredo, llegó al suroeste avileño en el año 1991 para aportar sus conocimientos de geodesia y cartografía en el sector azucarero, empeño que logró materializar, no obstante la vida le mostró otros caminos que el activo joven no desechó la posibilidad de transitar.
La elaboración de dulces captó su atención y también el área despoblada aledaña a la vivienda que adquirió en el Reparto Díaz Pardo del poblado de Majagua, motivo por lo se trazó el firme compromiso de hacerlo producir, sin embargo las características del terreno se oponían a los esfuerzos.
El prologado bajío con el desplazamiento de las aguas se convertía en laguna y los sembrados en sus víctimas, el mayor de los destrozos lo proporcionó la tormenta tropical Eta, a su paso por este territorio, pero para el pariente del autor de “Son de la loma” el hecho no lo hizo cambiar de idea.
Con el apoyo de sobrinos y amigos Carlos Matamoros Figueredo, recolectó piedras y escombros entre otros materiales que le permitieron hacer desaparecen el caprichoso estanque, para cubrir el espacio con materia orgánica y e iniciar el trazado de los canteros y de inmediato la siembra de hortalizas, plantas ornamentales y medicina verde.
Eso hace que encontrones hoy aquí, tomates lechugas, ajos puerros, acelgas, posturas de café, quita dolor, tilo de menta, yerbabuena, colecciones de cactus, helechos, malangas de jardín y atractivas rosas.
La creación de canteros colgantes y verticales y también de disponer de un punto venta para cuando la reciente instalación de la agricultura, urbana, suburbana y familiar incremente sus resultados ocupan los actuales sueños del cartógrafo sin descartar la posibilidad que algún día alguien le cante al patio Matamoros.