Haber nacido un 14 de febrero y crecer en el sano entorno de una cooperativa de producción agropecuaria, tal vez fueron las causas que contribuyeron a conformar el caudal de ternura que su sonrisa proporciona.
Dicha estructura agropecuaria localizada en la sureña localidad de Limones Palmero le permitió el acercamiento a los diferentes cultivos y a otras labores propias del campo como el ordeño de las vacas, además allí se vinculó al debe y al haber, mecanismos del sistema contable.
Las acciones de superación que la convirtieron en técnico medio en economía, junto a la materialización del amor, la trasladaron al poblado cabecera de municipio donde un desafortunado día el contagio de la COVID-19, quiso atentar contra la alegría de Darianny González Amargo.
Y aunque la etapa de aislamiento, los síntomas experimentados, su envío al hospital Amalia Simoni de la ciudad agramontina, la preocupación de la familia y las historias que la rodeaban trataban de marchitar la más clara expresión de sus nobles sentimientos, las atenciones médicas y el espíritu vencedor de la agradecida paciente se opusieron al funesto empeño.
Por eso al verse de nuevo en casa, rodeada por el cariño de familiares y compañeros de labor, aunque nunca había extendido su brazo para realizar una donación de sangre, saber que con este gesto podía contribuir a la felicidad de otras personas que la necesitaban para fortalecer su organismo mediante el plasma su respuesta no podía ser otra.
Ahora Darianny González Amargo, que su actitud nada tiene en común con el apellido materno convertida en la más activa activista del sector de la salud en función de promover los protocolos higiénicos sanitarios, aprecia más que nunca los encantos de la vida, mientras espera que esta la premie con el hijo que añora tener.