La llama de la lucha por la Independencia de Cuba, encendida por la generación del centenario en la década del 50 del pasado siglo, en el municipio de Majagua fue acogida por un equipo de zapateros.
Así lo recuerda emocionado Tomás Agramonte Aragón quien integró el grupo de aquellos jóvenes que no tardo en convertir sus martillos y bigornias en testigos del accionar clandestino en apoyo a las Fuerzas Rebeldes encargadas de desarrollar la lucha armada desde el oriente cubano.
Ventas de bonos, la colocación de pancartas, la adquisición de armas y medicamentos y hasta izar una bandera del Movimiento 26 de Julio, formó parte del accionar juvenil que logró extenderse hasta el central Algodones entre otras zonas del territorio.
Merma la intensidad en la clara mirada de este hombre que ya cumplió los 88 años cuando recuerda el 9 de abril de 1958 listo para incorporarse a la lucha armada, cuando llegó el aviso que la huelga se había frustrado, y al igual que sus compañeros que ya estaban en el monte, bajo el peligro de la vigilancia del Ejercito batistiano, se vieron obligados a retornar al pueblo.
Pero esto no le impidió al padre de 3 hijos y a los demás integrantes de las cédulas clandestinas del suroeste avileño detener la entrega de sus aportes a la justa causa hasta la conquista del triunfo Revolucionario el primero de enero de 1959.
A partir de entonces nuevas responsabilidades asumió este vecino de la antigua calle Rosa de Majagua, actualmente José Antonio Echevarria, entre ellas, la puesta en marcha de la primera estación de bombeo de agua de la localidad y estar a pie de obra en la construcción de la totalidad de los edificios multifamiliares con que cuenta este poblado cabecera de municipio.
Solo después de jubilado pudo retomar sus sapiencias de zapatero y aunque la etapa de pandemia lo hace mantenerse en casa como los martillos y las bigornias en los años mozos los patios de su vivienda rodeados de plantas, son los testigos ahora, del accionar de Tomás Agramonte Aragón.