Rasgos españoles y africanos conforman el rostro de este hombre que ni las noches de desvelos ni el permanente desafío por encontrar siempre lo mejor para sus enfermos, logran borrar las huellas de la aun cercana infancia.
Fue la tierra violeteña quien le dio al suroeste avileño la posibilidad de incrementar su nómina de hijos con la llegada a este territorio en la recta final del año 2014 del recién graduado en medicina general e integral Germán Pérez Sosa.
Junto a él, su esposa y los dos pequeños retoños, para de inmediato convertir la comunidad agrícola La Marías en la primera en ser beneficiada con eficaces métodos de trabajo, que pronto se extendieron por todo el extremo sur del territorio.
El hecho que el programa materno infantil a instancia de municipio requiriera de su contribución fue lo suficiente para que presencia y resultados no se hicieran esperar, a lo que le siguió el combate contra el dengue y estuvo entre los primeros en enfrentar la COVID-19.
Recuerdos imborrables dejaron en la trayectoria laboral de este sensible profesional, los 38 días de cuarentana a partir de ser declarado “El anoncillo” del poblado de Orlando González, como primer foco de contagio del SARS-COV-2, a lo que posteriormente se sumaron las experiencias que como integrante del contingente Henry Reed, viviera en Méjico.
A su regreso de la patria de Juárez, velar por la atención a sospechosos y contactos en los 5 centros de aislamiento aquí, estuvo entre las responsabilidades que no tardó en asumir al igual que lo hace en la actualidad desde la unidad de cuidados intensivos del policlínico Doña Emilia González Echemendia del poblado cabecera.
Siente el doctor Germán Pérez Sosa como su pecho se oprime cuando se percata que las últimas esperanzas se agotan y al alto significado que siempre tiene la sonrisa agradecida del paciente y sus familiares. Amor y entrega en función de salvar vidas.
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