Era temprano, aun la luz de la luna me acompañaba en el recorrido amenizado por el tradicional cantío de los gallos que le ofrecen al amanecer ese gran sentido de cubanía propio del entorno campestre, donde también están presentes otros sonidos que producen los integrantes de la rica fauna que nos rodea.
Por su puesto que no era la primera vez que visitaba el lugar, mis pasos tenían la ruta trazada aunque todo estaba en dependencia de las personas que a esa hora estuvieran levantadas, cruce la línea del ferrocarril central y ya estaba en la Comunidad segundo Congreso.
La luz encendida en una de las viviendas me motivo acercarme a una de ellas, y la primera en descubrir mi presencia fue Zoila, una vecinas de dulce mirada que mucho me recuerda a mi tía que llevaba esa mismo nombre con un gran parecido en la forma amable de tratar a las personas, Tras el saludo la invitación a esperar el café que ya hervía en el fogón.
Aunque visitaba el lugar con frecuencia, principalmente a partir que el trabajo comunitario integrado se intensificará con el objetivo de hacer más amena la vida de sus pobladores, todavía tenía dudas respecto al lugar en el que residían algunos de los compañeros y compañeras con los que necesitaba conversar, situación que Zoila solucionó, para en cuanto tuve el sabor al café en los labios, proseguir el recorrido.
Ya tenía la dirección exacta de las personas con las que necesitaba dialogar y mientras me afanaba en el empeño disfrutaba de la llegada del sol que traía con él su mecanismo encargado de arreciar el calor, la partida de los trabajadores a sus respectivas áreas de labor y ofrecían al visitante el solidario saludo y del hermoso panorama que proporciona la presencia de los alumnos uniformados en dirección a su correspondiente centro educacional.
Unas personas con mayor prisa, otras con más calma en su traslado de un sitio a otro, la bodega y el punto de venta de productos del agro para muchos se convertían en sitio en los que resultaba necesario detenerse, el desplazamiento de los jinetes en sus caballos, equipos de tracción animal y automotores y hasta el cruce de un tren cargado de caña hacia el central espirituano limítrofe con este municipio avileño se convertían en elementos enriquecedores del entorno.
Tampoco se podían obviar las amas de casa, en el barrido de sus patios, atención a los jardines o con ropa recién lavaba haciendo uso de sus tendederas, ni el expresivo mensaje de de los vendedores ambulantes que en ocasiones eran llamados desde alguno de los portales para comprarles o simplemente para mirar las mercancías y por su puesto preguntarles el precio.
El final de una activa jornada la tarde se acercaba y yo ya había cumplido la misión de visitar varias viviendas, áreas productivas cercanas, la zanja construida con el objetivo de evitar inundaciones provocadas por las lluvias en un grupo de viviendas fin vivir los avances de una comunidad cuyos pobladores se propusieron con sus propios esfuerzos trabajar de forma continuada a favor de la colectividad
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