La majagua, esa planta que le da nombre a este pueblo que se localiza al suroeste de la provincia avileña y que fue fundado hace 115 años sin temor a equivocarme representa su mayor tesoro.
No por gusto Manolo Fernández García, destacado pintor cuya obra se encuentra diseminada por todo el mundo, siempre que visitaba esta su tierra natal manifestaba interés por lograr un mayor protagonismo de este árbol endémico de Cuba y de Jamaica.
Sin embargo muchos residentes en la tierra donde se baila y se triunfa desconocen entre otras cualidades que se adjudican, los poderes mágicos que forman parte del sincretismo religioso del país como hacer el más sólido de los amarres, objetivo que se logra con tiras de su tronco.
Además esta planta de flores rojas y amarillas le reporta enormes beneficios al hombre mediante su preciosa madera para la fabricación de muebles, artesanías y artículos deportivos, de ahí los famosos bates de este material.
En el siglo XVI, la majagua fue llevada a Europa por los colonizadores para construir palacios y obras de arte de los cuales en la actualidad existen evidencias.
También la majagua tiene poderes curativos por lo que se utiliza en cocimientos y jarabes contra la gripe, habría que estudiar ahora si también combate la COVID-19. Lo que sí está comprobado es que evita la caída del cabello y hasta lograr el mejoramiento de su brillo y color.
Su representatividad en la historia la ofrecen las ruinas del ingenio La Demajagua donde Carlos Manuel de Céspedes dio el grito de independencia de Cuba el 10 de octubre de 1868 y también en campamentos mambises.
Sin lugar a dudas por estar presente durante siglos en la existencia de quienes en algún momento han recibido los beneficios de sus bondades, la majagua tiene ampliamente ganado el derecho a que le otorgue el calificativo de símbolo o tesoro del suroeste avileño.
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