A la covid-19 enfermedad que decididamente se empeña por seguir haciendo estragos y con la que es necesario convivir, se hace impostergable que cada día su presencia sea más repudiada.
Y no se trata de proliferarle expresiones despectivas, ni de apartarse del quehacer cotidiano, sino de tener una alta percepción del riesgo que representa incumplir con los protocolos sanitarios establecidos y a calificar a algún sitio inmune respecto al peligro de contagiarse.
De ser así, el municipio de Majagua no tuviera en estos momentos una alta incidencia, ni integrara la lista de los territorios avileños más afectados, con pacientes activos que supera los 40, ni tuviera tampoco experiencias tan desagradables como la de una embazada que se ausentó sin permiso del hogar materno a donde retornó con la pandemia que trasmitió a otras compañeras.
Por estos días en que varios centros recreativos comenzaron a ofrecer sus habituales actividades con música grabada, secciones de participación y ventas de variadas bebidas se hace necesario que las dosis de precaución se intensifiquen en todos los sentidos.
Ante tal situación algo que nunca puede ser obviado son los adultos mayores y las personas vulnerables que hoy por hoy son las que mayores consecuencias afrontan ante los síntomas de este enemigo sin rostro, hecho del que el suroeste avileño no está exento.
Es digno de reconocer la efectividad de las vacunas y sus refuerzos, pero ya lo dije y se los repito, por nosotros y por nuestras familias, ante la Codid-19, mayores dosis de precaución.
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